miércoles, 24 abril, 2024

Científicos vs. CEOs, la grieta que faltaba

Si algo no necesitaba la Argentina era otra grieta. Pero, entusiastas militantes de las dicotomía, todo indica que hemos creado una nueva. Ahora se trata nada menos que de Científicos vs. CEOs.

Lo planteó el presidente Alberto Fernández en su discurso inaugural en el Congreso, y su afirmación fue saludada con el aplauso que distingue a las definiciones esenciales, constitutivas de una identidad histórica.

La enunciación, por su contundencia, invita a pensar que se trata de una idea que el presidente buscó distinguir sobre las demás. El título, corto, simple y pleno de corrección política, que quedara en el recuerdo colectivo.

¿Quién podría estar en contra de la Ciencia?

En verdad, lo había anticipado el diario Página 12, al anunciar “Ciencia mata CEOs” en su tapa del miércoles 26 de febrero, y escribir con optimismo que “una inusual cantidad de integrantes del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) forman parte del gobierno con cargos en primera línea de gestión”.

La lista que ofrece Página suma 17 nombramientos, entre ellos a Roberto Salvarezza, doctor en Bioquímica y ministro de Ciencia y Tecnología; y a Sabina Frederic, licenciada en Ciencias Antropológicas y ministra de Seguridad. Pero también, en una valoración plena de originalidad, a Martín Guzmán y a los sorprendentes Axel Kicillof y Daniel Filmus, a quienes hasta ahora nadie había mencionado con esa categoría.

No se trata de dudar de sus aptitudes, pero al menos los dos últimos no parecen responder a la idea más extendida de hombres de ciencia. Tampoco se recuerda que alguno de ellos se haya definido a sí mismo de ese modo. Su incorporación a la función pública, por otra lado, lleva ya algunos años, y nadie podría afirmar con contundencia que los resultados fueron muy diferentes a los obtenidos por quienes no acreditan métodos científicos.

Una distinción merece la lingüista Marina Cardelli, codirectora del Centro de Formación y Pensamiento Génera (sí, con a), flamante Presidenta de la Comisión de Cascos Blancos de Cancillería. Su designación parece responder más a la extendida ciencia de conseguir un cargo que a cualquier otra disciplina.

Sin embargo, la definición presidencial “somos un gobierno con científicos, no con CEOs”, habilita una lectura detenida. Fue, en principio, el modo elegido para diferenciarse del gobierno anterior, y para emparentar a su gestión con el prestigio de la ciencia.

Pero más allá de la impresión inicial, está claro que involucra una carga ideológica.

Al infamar a los CEOs, en la misma operación el presidente descalifica el modelo de gestión de la empresa privada, e incluso más: alimenta el viejo prejuicio de que lo privado se enfrenta al interes del pueblo.

La desvalorización incluye un plano moral. El empresario sólo persigue su propio rédito y perjudica los intereses colectivos, es la idea que completa las palabras presidenciales.

No fue la única definición de A. Fernández en ese sentido. También mencionó las “ínfulas tecnocráticas”, y los “supuestos gerentes de alta calidad que fueron recompensados con sueldos que el resto de los empleados no recibieron”. Otra vez la idea de un enfrentamiento entre los privados que acumulan ganancias y un resto al que se le niegan.

Descubren esas palabras una viga conceptual clara, matizada con la ciencia como elemento modernizador, capaz de colorear ideologías del siglo pasado.

El presidente sabe que el país necesita de científicos y de CEOs. Y que ni unos ni otros garantizan el éxito o el fracaso.

(Fuente:CN)

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