jueves, 28 marzo, 2024

Cuatro detenidos y un prófugo acusados de violar a una menor

Los abusos se habrían producido cuando la niña estaba a cargo de la abuela materna. Se aguarda fecha para la Cámara Gesell. “Le arruinaron la vida a mi hija”, dijo la madre

Marcas indelebles en el cuerpo y el espíritu de una niña de 13 años que habría sido abusada sexualmente y en reiteradas ocasiones por cinco hombres, de entre 23 y 30 años, según la denuncia radicada por la madre de la menor ante la Comisaría de la Mujer de Oberá.

Los hechos se habrían perpetrado entre octubre y diciembre del año pasado, circunstancia en que la presunta víctima se hallaba bajo la tutela de su abuela materna en el barrio Yerbal Viejo.

En consecuencia, por disposición del Juzgado de Instrucción Dos de Oberá se libró la orden de captura para los cinco implicados, identificados como L. N., E. N., M. N., G. B. y E. B.

Según confirmaron desde la Unidad Regional II de Policía, los cuatro primeros ya fueron detenidos y puestos a disposición de la Justicia, mientras que el quinto se halla en condición de prófugo y continúa la búsqueda.

Fuentes del caso precisaron que la denuncia original fue radicada el pasado 4 de febrero y posteriormente la progenitora realizó una ampliación, en la cual nombró a los demás implicados.

Asimismo, la niña fue examinada por profesionales del cuerpo médico forense.

En tanto, se aguarda fecha para la realización de la Cámara Gesell, considerada como un elemento de prueba clave en delitos contra la integridad sexual de menores.

“Esos degenerados le arruinaron la vida a mi hija. La violaron varias veces y la amenazaron para que no cuente lo que le hacían. Ella estaba aterrada, cambió mucho su carácter y empezó a cortarse los brazos. Cuando me di cuenta de eso, empecé a indagar y me contó lo que había pasado. Lo que le hicieron no tiene perdón y lo único que pido es que paguen el daño que hicieron”, reflexionó la madre.

Juego macabro

En diálogo con un medio provinciales la mujer precisó que a principios del año pasado tenía problemas con su ex pareja y tuvo que mudarse varias veces con sus dos hijas menores.

En ese contexto, en marzo su madre le propuso hacerse cargo un tiempo de la niña, que entonces tenía 12, mientras que ella se quedó con la más chica.

“Yo andaba de acá para allá con las nenas porque mi ex me molestaba mucho, justo empezó la cuarentena por la pandemia y mi mamá me dijo que mi nena mayor se quede con ella, así le hacía compañía y le ayudaba. Yo acepté pensando que iba a estar bien, pero pasó todo lo contrario”, lamentó.

Siempre según la versión de la madre, tal como consta en la denuncia ante la Comisaría de la Mujer, en casa de su abuela la menor habría tenido ciertas libertades para salir y comenzó a frecuentar a una conocida en el barrio Gunther, situado frente al Yerbal Viejo.

Al respecto, comentó: “Después me enteré que mi hija, que todavía tenía 12 años, iba a la casa de una vecina que tiene un hermano mayor y jugaban a las cartas, y el que perdía tenía que cumplir un reto. Esa fue la excusa del tipo para violar a mi hija”.

Luego del primer juego, el implicado (L. N.) comenzó a presionar a la nena para que cumpla con el reto, que no era otra cosa que mantener relaciones sexuales.

“Como son vecinos la veía todos los días y le insistía; le decía que no era nada raro, que le iba a gustar. Hasta que un día fue a la casa y ahí él la agarró y la violó. Después le dijo que no cuente nada porque se iba a meter en problemas”, agregó.

Abusos y amenazas

Tras varios minutos de charla la progenitora cayó en el desconsuelo y no puedo evitar el llanto, desahogo natural ante la magnitud de lo que estaba relatando.

“Le robaron la inocencia de la peor forma. Se aprovecharon de ella, le hicieron de todo”, lamentó envuelta en lágrimas.

Con la menor lejos de su madre y atemorizada, dos primos del primer abusador comenzaron a acercarse a la niña con las misma intenciones. Incluso, le habrían mandado fotos y videos de sus partes íntimas, como dejó asentada en la denuncia.

Se trata de M. N. y E. N., quienes fueron detenidos en primera instancia junto a L. N.

En este punto, la madre de la menor aclaró que los primeros dos no habrían llegado a concretar el acceso carnal, como sí lo habría hecho L. N.

La misma imputación también alcanzaría a dos hermanos, identificados como G. B. y E. B., quienes residían en una vivienda cercana a la de la abuela materna de la presunta víctima.

“Vieron a mi hija muy vulnerable, porque mi mamá -la abuela- no la cuidó como debía y se aprovecharon de ella. Me contó que uno de los hermanos B. la seguía cuando salía a comprar y le hablaba. Primero le invitó a tomar tereré y ella le dijo que no podía, pero le insistía y le decía que se escape cuando la abuela salía o dormía. Tanto insistió que un día mi hija fue a la casa y se aprovecharon. Primero G. N. le hizo que le haga sexo oral y después E. N. la llevó a la pieza y le hizo de todo. Ella contó que le decía que no quería, que le dolía, pero él seguía”, relató.

Según la niña, G. N. la sometió una vez, pero el hermano por lo menos cinco, tras lo cual siempre la amedrentaba para que no le cuente a nadie lo sucedido.

“E. B. fue el que más daño le hizo, por eso está prófugo. Espero que la Policía lo encuentre, porque estamos con miedo de que nos haga algo”, remarcó.

Inocencia perdida
A fin del año pasado la menor regresó a la casa de su madre, quien fue notando los cambios en el carácter de su hija, aunque tardó un tiempo en contar el calvario que atravesó.

“La veía muy diferente, más callada y se encerraba. Las primeras semanas me evitaba. Un día vi que tenía unos cortes en el brazo y le pregunté. De a poco me fue contando y casí me muero cuando supe todo lo que pasó. Me dijo que se cortó el brazo porque no aguantaba más y que pensó en quitarse la vida, pero que no sabía cómo”, detalló envuelta en llanto. Según reconstruyó la niña, el primer abuso se habría concretado en octubre, cuando aún tenía 12 años.

Luego de hablar con su hija, el pasado 4 de febrero la progenitora radicó la denuncia ante la Comisaría de la Mujer, donde la menor recibió asistencia de profesionales de la línea 137. “Ella se sentía muy mal, como que aparte del miedo por las amenazas también tenía culpa. Pero gracias a Dios fue entendiendo que ella es la víctima. El otro día me dijo: ‘Ahora entiendo, mami, que no estaba bien lo que me hacían’. Me partió el alma”, reconoció.

(Fuente: El Territorio)